La tecnología de información (TI) es, sin duda, el arma más poderosa para mejorar la calidad de los servicios públicos, y reduce, al mismo tiempo, el costo.

La TI es también la mejor manera de implementar transparencia (publicando, de ser posible en tiempo real, toda la información pública que no sea secreto de Estado). Sin embargo, la gran mayoría de los registros y procesos del Estado siguen siendo basados en papel.

Hoy, las empresas que no utilicen la tecnología sufren una severa desventaja competitiva, pero por más digitalizado que esté el sector privado, siempre tiene que interactuar con el sector público, y en dicha interacción, como en cualquier otra, el nivel de automatización que debe emplear es la de la parte menos automatizada.

Educación y salud privadas cuentan con registros y expedientes digitales, desde hace años, pero por falta de estándares no pueden interactuar con sus homólogos del sector público.

Las aplicaciones de Internet de las cosas e inteligencia artificial son mínimas. Robótica y vehículos autónomos son probablemente considerados ciencia ficción.

Creemos que este tema es inmune a las ideologías y de suma importancia para todos los ciudadanos.